miércoles, 31 de octubre de 2007

"Nostalgia sesentosa, las pelotas..."

(Me tomé la atribución de rescatar un comentario respecto del post anterior y publicarlo acá, porque -edipos al margen- creo que vale la pena que lo lean...)

Si no les molesta que opine uno que nació en los '60 les cuento: Muchos de mi generación sentimos que siempre llegamos tarde a todas partes:tenía ocho años cuando fue el Mayo Francés, descubrí The Beatles cuando se estaban separando y me alegré por no tener clases cuando a los dieciséis fue el golpe de Videla. También es cierto que ya a los dieciocho tenía plena conciencia del desastre y ni que hablar a los veintidós con Malvinas.

Pero cuando volvió la democracia nos afiliamos, participamos, elegimos y volvimos a creer en cambiar el mundo, por lo menos el nuestro. Sin embargo "Punto final" Alfonsín, "Revolución productiva" Méndez (no lo nombremos por las dudas), "Dicen que soy pelotudo" (Antonito: los pelotudos somos nosotros), "Recibirá dólares" Duhalde y ahora los K (quilombo no va con k, pero ¿con qué va tilinga?), parecieran empeñarse en demostrar que es cierto que llegamos tarde, que es cierto que no hay nada que cambiar o cambiar para que nada cambie, como Il Gatopardo.

Pero ¿saben qué? Aunque el contexto haya cambiado, consignas como "no pasarán" no han perdido vigencia. "La imaginación al poder" sigue siendo una utopía válida y si va acompañada con la música y los versos de Lennon en Imagine, mejor.¿Nostalgia sesentosa? ¡Las pelotas! Si quieren leer algo que no pasa de moda les sugiero "Las venas abiertas de América Latina" de Galeano, "El medio pelo argentino" de Jauretche y "El hombre unidimensional" de Marcuse.Hoy la dictadura es la del sistema (establishment, política "profesional", neoliberalismo global o manga de hijoputas avivados) que en forma "suave e imperceptible" diría Marcuse, te quitan la libertad a cambio de satisfacer tus necesidades, que sin darte cuenta, muchas de ellas te las ha impuesto el mismo sistema con el bombardeo mediático. Peor aún, porque consumimos celulares, el caño de Tinelli, las mamúas en los bares y algunos psicofármacos, pero la educación, la salud, la justicia y todo el aparato de seguridad social va para atrás. No nos engañemos. Nunca fuimos ni seremos Europa, pero podemos ser lo que estamos llamados a ser. Eso sí, sin educación, mirando para otro lado, cuidando cada uno su quintita y bailando al compás de lo "políticamente correcto" seguiremos estando fregados.

Por último: Kristina es una tilinga y yo no la voté; seguro que vos tampoco... Pero igual ganó.("Al fin de cuentas en el mundo no hay más que vulgo, y el corto número de espírítus penetrantes que en él se encuentra, no dice lo que vislumbra hasta que nadie sabe ya a que atenerse" (Maquiavelo - El Príncipe)

1 comentario:

GBConsultora dijo...

A riesgo de ser considerado "tilingo" (en la aceptación de superficial o de poco contenido), mi apatia política se ha convertido en despreocupación.

Y paso a ampliar: despreocupación, porque creo que no hay demasiado que se pueda hacer en forma directa "desde abajo" para cambiar nuestro destino... salvo tratar de educarnos lo mejor posible, ser lo más eficientes posibles en nuestros trabajos y en respetar a todos aquellos con los que nos cruzamos día a día. Aunque no se lo merezcan demasiado.

Entonces, en la práctica, esa filosofía de vida se ha convertido en un "los mato con la indiferencia". Es cierto: no tengo problemas para llegar a fin de mes (indudablemente, una variable clave en la ecuación), pero es fundamental poder satisfacer nuestra vocación, tratar de instruirnos lo más posible y reclamar cuando se sobrepasan con nosotros. Pero en las cosas concretas de todos los días: el que te caga con el vuelto, el que se te cola en el subte, el que te encierra en un semáforo. No con el que te dibuja un índice de desempleo.

Otra clave: transmitirle esa filosofía de vida a nuestros hijos, por supuesto. Una de las cosas que más aprendí de mi viejo es la de pelearme con el que me está estafando (mucho o poquito)... No a nivel político, económico... En la escala de mis posibilidades.

El sistema, obviamente, no tiene interés en escuchar mis quejas. Entonces, para qué voy a gastar energía en éso! Focalicemos en nuestras obligaciones y seamos eficaces. Con eso, multiplicado, alcanza.

Fíjense cómo será el desprecio que el sistema tiene con nosotros que los votos en blanco no son considerados "positivos". Ya desde la semántica te rebajan: yo voto en blanco porque ninguno me parece confiable. Y si fueran contabilizados realmente todos los que se sienten así... no creen que seríamos mayoría?